Memorias
Primer encuentro de pueblos originarios
Del 9 al 13 de agosto se llevó a cabo el Primer Encuentro de Pueblos Originarios, como iniciativa del Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella, con programación cultural y artística alrededor de los saberes y las expresiones indígenas.
Toda la programación con entrada libre incluyo conversatorios, talleres y encuentros de la palabra, así como instalaciones, performances, conciertos, proyecciones audiovisuales y obras de artes vivas resultantes de laboratorios creativos con indígenas, sabedores y sabedoras de trece pueblos originarios de Colombia.
Alrededor del Fuego
Se prendió el Fuego ceremonial en el Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella y alrededor de él, la presencia de diversos territorios colombianos representados en 16 pueblos indígenas que llegaron a Bogotá al Primer Encuentro de Pueblos Originarios Abya Yala para sanar el territorio.
El fuego, como símbolo de energía que purifica y transforma fue el elemento que unió a la comunidad allí presente. Con rituales y música interpretada por indígenas Muiscas, se dio inicio al encuentro que reúne a sabedoras y sabedores, artistas y expresiones alrededor del arte y la cultura.
Hilar, vibrar y sanar a través del arte
Sembrar para cosechar, sanar para entregar, hilar para enseñar. El arte es también un medio para sanar, para dar, para ir a lo más profundo de nuestra naturaleza y humanidad, y poder devolver al territorio, a la naturaleza, a los seres que nos rodean y a las generaciones que vienen.
La unión: la fuerza más grande del planeta
SOPLO DE TIERRA

Basta de la muerte que nos quiere desaparecer y del exterminio que ronda por nuestros territorios.
Si hemos cuidado de la vida, ¿por qué nos arrebatan su prolongación?
Si hemos protegido a la madre tierra, ¿por qué envenenan sus suelos y encarcelan su abundancia?
Si la tierra es destruida, también nosotros lo seremos, porque fuimos ombligados con sus animales, su respiración nos dio el primer aliento de vida, nuestra sangre se oxigenó con el fluido de sus aguas y la fortaleza de nuestros pies fue forjada en sus suelos.
La guerra no solo lastima al hombre, también a la Madre Tierra.
Nos duele su heridas, su destrucción, su contaminación, pues a ella debemos todo lo que somos y seremos.
Autor: Nataly Domicó
Fotografía: Irene Méndez